Hacer croquetas es una excelente forma de aprovechar los restos de un asado o un guiso de cordero, aunque también podemos cocinar la carne sólo para hacerlas.
Estas croquetas de cordero están pensadas como aprovechamiento de las sobras que durante estas fiestas quedan de las comidas y cenas, cuando siempre nos parece poca comida y al final, entre aperitivos y entrantes, siempre nos sobre comida.
En primer lugar, troceamos el cordero como más nos guste. Se puede triturar con una batidora o robot de cocina, pero como mejor queda es haciéndolo a mano, ya que así nos encontraremos pequeños trozos de carne en cada bocado.
Cuando ya la tengamos troceada a nuestro gusto, cocinaremos la bechamel. Para ello derretiremos la mantequilla a fuego medio-alto en una sartén amplia. Cuando ya esté derretida, incorporamos al harina y la cocinamos durante 5 minutos sin dejar de remover.
Una vez cocinada la harina para evitar el sabor a crudo, incorporamos poco a poco la leche, cocinando lentamente la bechamel.
Cuando la bechamel esté con la textura deseada, añadimos la carne de cordero que hemos troceado y mezclamos bien.
Vertemos la mezcla en una fuente, tapamos con papel film a ras (sin dejar aire entre el film y la bechamel) y reservamos a temperatura ambiente hasta que enfríe, para después refrigerarla durante, al menos 4 horas, aunque si son 12 o más mejor.
Cuando la masa ya esté fría, batimos los huevos en un plato y en otro colocamos el pan rallado crujiente.
Damos forma a las croquetas, redondas o alargadas según nuestro gusto. En esta caso la medida era una cuchara de postre bien llena de relleno, saliendo cada una con un peso aproximado de 25 gramos.
Ya solamente nos queda el último paso, que es pasar cada croqueta por el huevo y el pan rallado y freírlas en abundante aceite de girasol bien caliente (unos 180º) ¡y a disfrutar!
- Si quieres terminar antes de freír las croquetas, las puedes hacer más grandes.
- El aceite de girasol es el ideal para freír las croquetas de cordero, ya que apenas deja sabor, pero también puedes utilizar aceite de oliva suave.
- Puedes hacer la masa o incluso empanarlas y congelar. Si congelamos la masa, la dejaremos descongelar en la nevera. Si las congelamos ya empanadas, las podemos freír directamente del congelador o dejarlas descongelar en la nevera para después freírlas.
Ingredientes
Direcciones
En primer lugar, troceamos el cordero como más nos guste. Se puede triturar con una batidora o robot de cocina, pero como mejor queda es haciéndolo a mano, ya que así nos encontraremos pequeños trozos de carne en cada bocado.
Cuando ya la tengamos troceada a nuestro gusto, cocinaremos la bechamel. Para ello derretiremos la mantequilla a fuego medio-alto en una sartén amplia. Cuando ya esté derretida, incorporamos al harina y la cocinamos durante 5 minutos sin dejar de remover.
Una vez cocinada la harina para evitar el sabor a crudo, incorporamos poco a poco la leche, cocinando lentamente la bechamel.
Cuando la bechamel esté con la textura deseada, añadimos la carne de cordero que hemos troceado y mezclamos bien.
Vertemos la mezcla en una fuente, tapamos con papel film a ras (sin dejar aire entre el film y la bechamel) y reservamos a temperatura ambiente hasta que enfríe, para después refrigerarla durante, al menos 4 horas, aunque si son 12 o más mejor.
Cuando la masa ya esté fría, batimos los huevos en un plato y en otro colocamos el pan rallado crujiente.
Damos forma a las croquetas, redondas o alargadas según nuestro gusto. En esta caso la medida era una cuchara de postre bien llena de relleno, saliendo cada una con un peso aproximado de 25 gramos.
Ya solamente nos queda el último paso, que es pasar cada croqueta por el huevo y el pan rallado y freírlas en abundante aceite de girasol bien caliente (unos 180º) ¡y a disfrutar!
- Si quieres terminar antes de freír las croquetas, las puedes hacer más grandes.
- El aceite de girasol es el ideal para freír las croquetas de cordero, ya que apenas deja sabor, pero también puedes utilizar aceite de oliva suave.
- Puedes hacer la masa o incluso empanarlas y congelar. Si congelamos la masa, la dejaremos descongelar en la nevera. Si las congelamos ya empanadas, las podemos freír directamente del congelador o dejarlas descongelar en la nevera para después freírlas.